La importancia de los libros


LA MAGIA DE LA LECTURA ESTÁ A TU ALREDEDOR
" Para mí la lectura ha supuesto la puerta a cientos de mundos fantásticos, a miles de historias maravillosas y de personajes inolvidables y tengo la sensación de que sin libros mi vida se volvería claustrofóbicamente pequeña. Y no porque lo sea realmente sino porque, gracias a la lectura, estoy acostumbrada a que sea mucho más grande.
Una vez que se posee la llave de las palabras, una vez que se aprende a leer, ya no hay límites ni fronteras. ¿Por qué permanecer encerrado en una habitación cuando puedes explorar un palacio con un número infinito de estancias?" (Laura Gallego)

"Hay una razón primordial para que leamos: a la información tenemos acceso ilimitado, pero ¿dónde encontraremos la sabiduría?" (Harold Bloom)
"En Egipto se llamaban las bibliotecas el tesoro de los remedios del alma. En efecto, curábase en ellas de la ignorancia, la más peligrosa de las enfermedades y el origen de todas las demás." (Jacques Benigne Bossuet)




miércoles, 28 de octubre de 2015

En ABORDAJE - UNA SOMBRA SOBRE EL MISTERIO

Este es el texto de "Una sombra sobre el misterio", el cuento de María Nazaret Agudo publicado en el libro Abordaje:


Al llegar corriendo a la parada de autobús, nos recibió un gran soplo de viento que arrebató el gorro a Dani. Íbamos, como siempre, discutiendo por tonterías.
Seguimos con la discusión camino a clase y, cómo no, gané yo. No sé si me deja ganar porque soy una pesada, o porque no sabe qué decir.

Al pasear me di cuenta de que era un bonito al igual que ajetreado día en Sevilla. Eran las siete de la mañana y el cielo parecía estar despertando de un largo y profundo sueño. Todo estaba lleno de ancianas que hacían la compra, hombres con chaqueta y maletín, personas mayores leyendo el periódico en una cafetería, personas tocando instrumentos, coches y más coches… lo normal en Sevilla.

-           ¿Y qué piensa hacer estas vacaciones, señorita Conan Doyle? – preguntó juguetón Dani.

Aquella pregunta me pilló desprevenida, ya que no tenía idea fija sobre qué hacer en unas vacaciones que se presentaban mortalmente aburridas. Al no responder, Dani me presionó:
-          A lo mejor, la señorita Conan Doyle pasa un rato con el señor Holmes, que prácticamente es como su hermano.

Me llamaba ¨señorita Conan Doyle¨ por mi gran obsesión por Sir Arthur Conan Doyle, el mejor escritor policiaco del mundo, y su increíble Sherlock Holmes, el personaje de literatura policiaca más memorable de todos los tiempos. Pasaba horas muertas (y vivas) leyendo los libros de Conan Doyle y, cuando no quedaban más, llagaba la desesperación por encontrar algo que satisficiera, tanto o más, mi sed de asesinatos, robos, muertes, lupas, Watsons… No me malinterpretéis, pero necesitaba algo que me hiciera sentir viva, en tal caso, un poco más que los clientes de Holmes.
-          Agatha, ¿sigues ahí? – preguntó él, desconcertado.

Agatha. Un nombre bastante detectivesco, pensé, y sigo pensando. Para mí es un honor llamarme como otra gran escritora de misterio: Agatha Christie. Ojalá Dani se llamara Hércules Poirot, como el gran personaje de Christie, y formáramos un dúo detectivesco genial, pero él no se llama Hércules, ni nosotros somos detectives.
-          No sé qué hacer – me decidí a responder –. Leeré misterio, bajaré al kiosco, compraré gominolas, espiré a los turistas que visitan la Giralda... Lo normal, ya sabes.

-          Y ¿por qué no haces algo fuera de lo común? – me sugirió –. Yo me voy a la playa.

-          ¿Y qué haces allí fuera de lo común? – pregunté yo, dejándome engañar por ese brillo en su mirada.

-          ¡Me baño! – dijo tan pancho.

-          ¡Ya entiendo por qué está fuera de lo común! ¡Porque te bañas! – respondí yo con una de mis muchas ocurrencias, y él rió de buena gana.

Hablando de esto y aquello llegamos al instituto y, antes de entrar, miré atrás y pensé en esas calles, ahora casi desiertas, cómo estarían dentro de unos días, cuando las vacaciones de verdad empezaran y todos, o casi todos los sevillanos, se marcharan y todas las demás personas del mundo llegaran.

Vivía en una zona privilegiada: muy cerca de la Giralda. Nuestro bloque era un bloque antiguo, de esos en los que hay “principal”, primero, segundo… Yo vivía en el quinto. La mayoría de los demás apartamentos eran alquilados en vacaciones, excepto los del principal, en el que vivían las ancianas del bloque para no andar tanto. En el bloque de enfrente vivía Dani con sus padres. Yo vivía con mi hermano Jorge y mis padres.
Mis padres son Marga Ramírez y Juan González. Son muy amigables. Hablaban con soltura inglés y francés. Empezaron a hablar idiomas hace diecisiete años, cuando se conocieron. Además, como ya he dicho antes, en nuestro bloque se alquilaban pisos, así que seis años antes de que esto sucediera, tres familias, como por arte de magia, se conocieron: dos extranjeras que alquilaron un piso y una española que se mudaba. Las tres familias se hicieron muy amigas e hicieron un pacto: volver a verse cada dos años.

Mi hermano Jorge, no hay palabras para describirlo, aunque voy a intentarlo con mucho ahínco. Era de estatura media, de pelo color castaño y ojos a juego: un chico muy bobalicón, que siempre llevaba deportivas. Su hobby era esconderse en su habitación con las persianas y las luces apagadas a dormir, jugar a videojuegos y comer. 

El primer día de vacaciones mi madre despertó muy agitada. Corría de un lado a otro y farfullaba palabras irrepetibles.
-          ¡No puede ser! ¡Ya llegan! ¡Ya llegan! – gritaba mientras corría.

Pero ¿quiénes llegaban? En ese momento oí a mi padre tranquilizarla:
-          Marga, decían que llegarían sobre la ocho de la noche – dijo con muchos aspavientos, ya que le acababa de despertar.

-          Pero ¿quién llegará sobre las ocho? – pregunté yo desorientada.

-          ¡Callaos todos de una vez! ¡Sobre todo tú! – dijo Jorge refiriéndose a mí y saliendo de su antro de guarrería y felicidad. Y que sepáis que yo no dije una palabra más alta que otra.

-          Ya lo sé, pero tengo que prepararlo todo – le espetó mi madre a mi padre, aún nerviosa.

-          ¿Qué tienes que preparar? – dije yo.

-          Yo te ayudaré, cariño – continuó mi padre.

-          ¿A qué le ayudarás? – pregunté yo casi chillando.

-          Gracias, Juan– dijo mi madre.

-          Pero ¿qué pasa aquí? – pregunté gritando.

-          ¿No lo sabías? Los Watson y los Sawyer van a venir. ¿No te acuerdas de Val, Tom y Matheo? – dijo ya relajada.

¿Que si me acordaba? Llevaba dos años intentando olvidarlos. Me acordaba de Val, diminutivo de Valeria. Era una neoyorquina de mi edad, presumida e intratable. Tenía un pelo precioso, cuidado, rubio y casi perfecto. Tom Sawyer era su mellizo. ¿Nunca os habéis leído Las aventuras de Tom Sawyer?; pues a sus padres les gustaba tanto esa novela de Mark Twain, que le llamaron como al personaje principal. Al igual que su familia, era rubio y del todo intratable, pero de un modo distinto. La última vez que vino, no paró de hablarme sobre su gran viaje a Noruega. Cuando empezó a decirme que allí pescó salmones, desconecté. Y, por último, Matheo Watson: un extraño londinense de unos años más que yo, que no cruzó palabra con nadie a excepción de un “Simple” cuando le preguntaron sobre la comida. Sus negros ojos sin fondo quedaron pegados a la pared, como esperando a que en esta ocurriera algo mágico. Lo único que me gustó de él fue su apellido: Watson.

-          ¡Agatha! ¿Ya estás vestida? – me preguntó mi madre desde la otra punta del apartamento.

Sí que estaba vestida. Llevaba unas deportivas viejas, una camiseta roída, unos vaqueros piratas y el pelo recogido en una fea coleta. Aun así respondí que sí. Al verme, mi madre se puso hecha una furia y empezó a buscar un vestido en mi armario. Mientras lo hacía, la observé de reojo. Lucía un bonito vestido rojo, unos tacones de vértigo y un collar de perlas. Rápidamente sacó un vestido de flores y unas manoletinas marinas. Me los puse sin rechistar, ya que su mirada empezaba a dar miedo. Tras eso, me alisó el pelo y terminó de arreglarse. Pronto vi a mi hermano, que salía de su habitación con mala cara. Me miró y yo le miré, y seguimos nuestro camino como si nada. Llevaba una camisa a cuadros y unos pantalones bastante feos. Mi padre lucía parecido.
Pronto llamaron a la puerta y, de repente, una avalancha de besos, abrazos, alguna que otra lágrima y muchos “¡Cuánto tiempo sin verte!” llegaron hasta nosotros. Lentamente vi cómo algo me agarraba y zarandeaba, y que al mismo tiempo una voz chillona quitaba: “¡Agatha, te he echado mucho de menos!”. Se trataba de Val. Cuando por fin me desprendí de ella, otro bulto rubio se me abalanzó gritando lo mismo, pero más fuerte. Era Tom Sawyer. Mientras intentaba buscar un poco de aire, vi cómo un chico moreno y alto para su edad esbozaba una pequeña y maligna sonrisa al verme tan aplastada. Parecía ser Matheo. Cuando por fin la cosa se relajó, nos sentamos en una mesa rectangular que mi padre había colocado en mitad del salón. Hice un esquema mental cuando todos estuvimos sentados.

Enfrente de mí se encontraba Matheo mirando bobamente a la pared, como si esta no tuviera un fin. A su lado se encontraba Tom, que seguía hablando de más viajes y moviendo su flequillo de un lado a otro. Sentado cerca estaba mi hermano Jorge, que estaba tan aburrido que puso en práctica la técnica de Matheo de mirar al infinito. Val estaba a mi lado riendo por las ocurrencias de su hermano, y los padres a lo suyo. Se fue haciendo tarde y mi madre nos indicó que podíamos pasar al salón para poder hablar de nuestras cosas, y con eso se refería a que Tom pudiera hablar de sus cosas sin fastidiar a los adultos.
En el salón, Thomas habló y habló hasta que una voz irreconocible dijo algo:

-          ¿Os gustan los misterios?

Nos giramos como movidos por un resorte y vimos a Matheo sonreír. No respondimos, pero, aún así, él comenzó su historia:
Una mano se posó sobre el hombro del chico, que se giró inmediatamente y pudo observar un gran brazo terminado en manos con largos y finos dedos que sostenían un pequeño sobre. El chico lo aceptó y pudo leer  el contenido enviado desde Scotland Yard agradeciéndole su ayuda en sus múltiples investigaciones, escrito por la impoluta caligrafía del inspector Lestrade y una bonita tinta azulada dirigido a la Sombra de Holmes. Con esto, el chico, orgulloso de sí mismo, corrió hacia la biblioteca y de camino robó un periódico sin que el tendero se enterase. Ojeó la exclusiva, cosa que él no podía dejar escapar: “OTRO CASO RESUELTO GRACIAS A LA MISTERIOSA SOMBRA DE HOLMES. Su gran intelecto sí que hace sombra a Scotland Yard”, pudo leer. Pronto llegó a su destino, donde la policía le esperaba. Entró en la majestuosa biblioteca de Londres y se dirigió hacia ellos. Cerca pudo observar el cuerpo de una mujer de mediana edad y un libro manchado de sangre entre sus manos. Fue directamente hacia ella, dejando a Lestrade con la palabra en la boca.

-          Un disparo  atravesó el libro e impactó contra su pecho – dijo agachándose sobre el cuerpo –. Podría haber sobrevivido, pero se desmayó y se golpeó la cabeza.

-          ¿Está seguro de que no murió solo por el disparo? – preguntó Lastrade.

-          Sí. Porque, tras el disparo, se cayó y se golpeó la cabeza con la estantería, tercera banda para ser exactos. Cayó redonda al suelo y, por ese segundo impacto, murió.

-          ¿Y usted cree que podrá resolver este caso, “Sombra de Holmes”? – preguntó Lestrade riendo.

-          Solamente será un juego para niños.

-          Su juego de niños empieza cuando le cuento que en esta biblioteca solo había tres personas cuando murió: Jorge Ross, un anciano retirado de la medicina; April Jones, una niña de once años; y David Evans, un antiguo mercenario. Y su jueguecito acaba cuando se entera de que el médico llevaba veneno, la chica una navaja y el mercenario una pistola y…

Antes de que Lastrade terminara la frase, la Sombra se había marchado en busca de Jorge Ross, el primer sospechoso.

-          Le prometo que no he matado a nadie. Soy inocente. Lo único que oí fue un golpe seco y un disparo.

-          ¿Para qué quería el veneno? Porque yo no suelo ir con veneno a la biblioteca.

-          No es veneno. Es una medicación que he inventado yo mismo contra mi cáncer de huesos – le mostro mientras señalaba su silla de ruedas.

-          ¡Claro! Gracias por su tiempo – dijo, y se encaminó a casa de April Jones.

Una escuálida y blanca niña le recibió entre lágrimas con la misma excusa.

-          Soy inocente. Solamente buscaba un libro de Julio Verne y, de repente, me veo envuelta en un homicidio – dijo rápida e inseguramente.

-          La navaja.

-          ¿Qué? – preguntó aún más insegura.

-          Que ¿qué pasa con la navaja?

-          La navaja. De los Scouts – al oír esa palabra, huyó despavorido, ya que le traían malos recuerdos.

Cerca encontró a David Evans, un veinteañero violento.

-          ¡Todos los policías son unos pesados! ¡Yo no he matado a nadie!

-          No te acuso de nada, solamente te pregunto sobre el tema.

-          ¡Pues ya sabes! – gritó.

-          ¿Por qué llevabas esa pistola?

-          ¡Para defenderme!

-          ¿De quién? – preguntó la Sombra.

-          ¡De personas que piensan que no debería estar en libertad! – gritó, y la Sombra de Holmes se marchó.

Hizo un esquema mental: Ross y su medicamento, Jones y su navaja de los Scouts y Evans y su pistola. Era Evans a la fuerza, ya que era el único que llevaba una pistola… Pensó en ello y llegó a Scotland Yard, al despacho de Lastrade, que se encontraba vacío. Entró, y sobre la mesa encontró el libro de la escena del crimen y empezó a ojear lo que quedaba de él. Se trataba de una historia de Sherlock Holmes. Pronto se paró en una hoja y leyó: Muerte a Holmes. IL. Cerca unos pasos se oyeron, y la Sombra saltó por la ventana.

¿Por qué Muerte a Holmes. IL? Se sentía frustrado y dejó el libro cerca de la carta que el Inspector Lestrade le había enviado esa misma mañana: tinta azul, caligrafía perfecta… Igual que con el mensaje, y la misma firma: IL de Inspector Lestrade. Ahora la Sombra sabía quién lo había hecho y por qué.

-          Fue Lestrade – dijo aquella mañana, dejando mudo a Scotland Yard –. Tú mataste a esa mujer con tu pistola y echaste la culpa a los demás. Lo descubrí gracias al mensaje que dejaste escrito en el libro y el que me enviaste. ¿Por qué? Porque te enfureció  que en la noticia criticaran a Scotland Yard, y quería venganza. Simple.

···

-          ¿Eso es todo el misterio? Tiene hoyos – dijo Val.

-          Ese no es el misterio. El misterio es quién era la Sombra de Holmes. Quien lo descubra, que venga mañana a mi apartamento – dijo eso y se marchó, igual que la Sombra.

No es por echarme rosas, pero claro que lo descubrí, y esa misma mañana fui a su casa y le espeté:

-          Eres tú.

-          Sí… Yo soy yo – dijo, perdido.

-          Tú eras la Sombra de Holmes.

-          ¿Cómo lo has adivinado? – pregunto incrédulo.

-          Eres exactamente igual que él. Desapareces como las sombras, te apellidas Watson y tu talón de Aquiles ha sido eso de “Simple” - contesté imitándole.

-          Chica lista. ¿Me acompañas a la biblioteca?

-          ¿Me prometes que no va a haber ningún asesinato?

-          No te prometo nada.

Gracias a ese “No te prometo nada” nos hicimos compañeros inseparables de aventuras, ya que en la biblioteca pasaron cosas oscuras, más oscuras que la habitación de Jorge.

miércoles, 21 de octubre de 2015

¡AL ABORDAJE!
Llega a la biblioteca el libro "Abordaje y otros textos jóvenes", recién salido del horno ( publicado en el verano del 2015). Lo edita la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía  y exhibe una cuidada presentación en la que ha colaborado nada menos que la Asociación de Editores de Andalucía.

 
Descárgate el libro en EPUB para libro electrónico (haz clic aquí). Lo encontrarás en la página web, abajo a la derecha.
 
¿Qué tiene de especial? Pues el hecho de que en este libro se recogen los textos de los ganadores y finalistas del XIII Certamen Andaluz de Escritores Noveles, convocado cada año por el Centro Andaluz de las Letras para promover y difundir la creación literaria entre los jóvenes. 

El libro está constituido por un conjunto de relatos y poemas cuyos autores tienen entre 10 y 20 años. Así que podéis elegir aquellos que se adapten a vuestra edad o gusto (narración o poesía). 

 Y hay algo aún más especial, el primer premio en la modalidad de relato hasta 12 años lo obtuvo una alumna del Jabalcuz, Mª Nazaret Agudo, con la narración "Una sombra sobre el misterio"

 No sólo es una lectura que recomendamos, es una prueba de que la literatura sigue bien viva. Creaciones que demuestran lo que valen estos jóvenes escritores, una espléndida cantera de incondicionales de la escritura que le sigue dando un honroso relevo a don Miguel de Cervantes. 

Ellos mismos lo explican muy bien:

"Escribo para no callar y paso a formar parte de esa voz eterna que jamás volverán muda"
 (Violeta Ruiz Azorín. Primer Premio Poesía, 13 a 15 años)

"Escribir es estar permanentemente en Fantasía, o por lo menos tener la seguridad de que puedo ir allí cuando quiera. Si leer es cerrar los ojos y visitar Hogwarts, o soñar que trabajas codo a codo con Hércules Poirot, escribir es abrirlos y ver mi cerebro y mis ideas ahí fuera, en la hoja o en el ordenador"  

(Celia Arias Martínez.  Primer Premio Cuento, 13-15 años)


"La escritura y, en general, la literatura supone para mí una forma diferente de ver el mundo, de plasmar instantes, ficciones o sentimientos mediante las palabras. Es también un desafío, una forma de constancia y superación y un modo de expresar mi pensamiento filosófico a través de mis narraciones y poemas"

(Germán Ramírez Lerate. Primer Premio Poesia, 16-18 años)


"Escribir es una forma de descubrirme a mí misma y poder expresar mi opinión sin que nadie me juzgue. Cuando escribo, plasmo las cosas que me gustaría hacer, pensando que yo soy el personaje que prefiera (...) Para mí escribir no es solo una afición, es un arte, como el que dibuja bien. Si no pudiera escribir me pasaría el día entero inventando historias y repitiéndomelas para no olvidarlas"

(Mª Nazaret Agudo Cordero. Primer Premio Cuento, 10-12 años) 

"Escribir es controlar el cosmos, el aire crudo, la tierra hirviente, el pensamiento más oscuro y hasta el más ligero pestañeo. El secreto radica tan solo en unas pequeñas gotas de tinta, de sangre, de carbón, de todo aquello que pueda dibujar caos en el orden.
  Lo que el escritor no sabe es que, al igual que el genio a la lámpara, él, siendo todopoderoso, no puede separarse del lápiz"

(Marta Bordons Martínez. Primer Premio Cuento, 16-18 años)


"Escribir supone abrir una puerta a la imaginación, al arte y a mis sentimientos (...), esperando que esas palabras escritas encuentren algún día lector"

(Beatriz Segura Pineda. Primer Premio Poesía, 10-12 años) 

"Cada persona tiene su propia forma de expresarse: con música, arte o un buen amigo y un momento idóneo.
  Yo necesito las palabras. Escribo y dejo de ser yo, o estar aquí, puedo convertirme en otra persona y vivir esa gran aventura. No imagino mi vida sin escribir historias...porque no querría vivir en un mundo en que yo no pudiera cambiar dentro de ellas"

(Isabel Fernández García. Primer Premio Relato,10-20 años)



viernes, 16 de octubre de 2015

ACTIVIDADES DE LECTURA DE 2º ESO B 

COMENTARIOS AL CUENTO "UNA MÁQUINA DE ESCRIBIR SERIA Y RESISTENTE" (texto: día 15 de octubre)

"Este relato nos cuenta la historia de un niño con su máquina de escribir, como un modo de elogio a la lectura. Dicha máquina no es tan común como cabría esperar. La pregunta es: ¿hay una explicación?

Por supuesto, la hay. Desde el punto de vista subjetivo, es obvio que es una referencia a la imaginación. Pero ¿y objetivamente?

Ahí la cosa se complica.

La mejor idea en mi opinión es el hecho de la infancia. Cuando somos pequeños, todos los objetos son mágicos, hacen cosas asombrosas. Es por eso que opino que este relato cuenta cómo algo que cuando éramos pequeños nos entretenía, de adultos sólo cumple la función original (en este caso, escribir)" 
                                    (José Manuel Martínez)



"En esta historia el protagonista ve que al pulsar determinadas teclas en su máquina de escribir aparecen extraños dibujos en lugar de las letras.
 Creo que todo esto se lo imaginó en parte porque estaba muy contento de tener una máquina así, o quizá debido a que la escritura hizo que todo aquello fuera posible para él."      (Sofía Pérez)





"Realmente no hay una explicación objetiva, puesto que es un relato fantástico, pero podemos deducir que la explicación es que se puede "hacer magia" con una máquina de escribir o similar, si la misma está, por ejemplo, en manos de grandes escritores que a veces nos hacen imaginar un mundo de fantasía con sus obras"    (Víctor Fraile Arias)


  "La explicación que le doy a este texto es que el narrador de la historia (el protagonista) tiene una imaginación desbordante, y, por tanto, cada vez que pulsaba una tecla ocurrían tantas maravillas.
  Pienso que sus padres le regalaron una máquina de escribir porque con esa gran imaginación podría contar fantásticas historias.
  Además, también creo que todos tenemos imaginación, SIEMPRE, es algo que no depende de tu edad, depende de ti.
  Por lo tanto, todos los escritores (y me incluyo) necesitamos mucha imaginación"  (Mª Nazaret Agudo Cordero)








jueves, 15 de octubre de 2015

ACTIVIDADES DE LECTURA DE 2ºESO B
   El siguiente relato habla sobre la magia de la escritura. Es un texto sugerente y un tanto misterioso, ¿te atreves a darle una explicación?


UNA MÁQUINA DE ESCRIBIR SERIA Y RESISTENTE

"El día en que cumplí seis años me regalaron mi primera máquina de escribir. Era una portátil seria y resistente. Me hizo mucha ilusión, aunque ya me la esperaba. Mi familia la compró en este súper donde hay centenares idénticas y nadie sospechó que mi máquina de escribir fuera mágica. Pero a mí, al segundo día de tenerla, ya se me puso la mosca detrás de la oreja. Quería escribir: "Se me ha roto la cremallera de los pantalones azules", que además era verdad; y si dejaba la nota  encima de la cama, mi madre lo sabría y me la cambiaría.

Pero no hubo manera. Pulsé la
ese, no muy fuerte, lo prometo, y en lugar de la letra apareció un paisaje de burbujas de jabón que se fueron desparramando por el papel sin hacer ruido. Más muerto que vivo, cambié el folio y tiré aquella obra de arte a la basura. No me di por vencido. Pulsé la te, sólo porque es una letra que siempre me ha gustado, y el papel se fue llenando de terrones de azúcar amontonados.

"Puede que las vocales no me den sorpresas", recuerdo que pensé. Pero sí me las dieron ¡Ya lo creo! Pulsé la i, y el fenómeno que se produjo fue más maravilloso aún. Poco a poco, en el papel blanco iba apareciendo un aeropuerto lleno de color y de aviones de todos los modelos y medidas. Observándolos con atención, se podía ver cómo aterrizaban unos y otros despegaban; en silencio, eso sí. Aquella vez ya no tiré el papel. Valía la pena conservarlo y todavía lo tengo. Y también el de cuando pulsé la letra u: una danzarina rusa.

Escribí con bolígrafo la nota para anunciar que se me había roto la cremallera y me fui al colegio un poco preocupado.

A la hora de comer, mi familia me dijo que había ido a casa un técnico del Súper Máximo para cambiar mi máquina por otra del mismo modelo, pero no mágica. Al parecer, había una confusión. El empaquetador se había equivocado de paquete o el repartidor se había confundido de dirección. Da lo mismo.

Desde entonces, cada vez que me encuentro delante de una máquina como la mía, no puedo evitar pulsar, aunque sea disimuladamente, las letras ese, te, u...pero nunca me ha vuelto a pasar nada extraordinario. Sólo aparecen esas letras en el papel y me doy cuenta de que se ríen de mi buena fe"

                       Mª Dolores Alibes,  Superfantasmas un supermercado

jueves, 1 de octubre de 2015

Nuestras autoras: Agatha Christie

Irene (1º Bachillerato) nos ha recomendado la lectura de "Asesinato en el Orient Express". ¿Qué sabéis de su autora?

Agatha Christie 
Agatha Mary Clarissa Miller (Torquay, 15 de septiembre de 1890 - Wallingford, 12 de enero de 1976), más conocida como Agatha Christie, fue una escritora británica especializada en el género policial. Además de 66 novelas policiales,  publicó seis novelas rosas bajo el seudónimo de Mary Westmacott, 14 historias cortas y realizó algunas incursiones en el género teatral con obras como La ratonera o Testigo de cargo.

Nacida en una familia de clase media alta, estudió en diversos institutos de París. Mientras trabajaba como enfermera durante la Primera Guerra Mundial, publicó su primera novela, El misterioso caso de Styles (1920), donde introdujo por primera vez el personaje del detective Hércules Poirot. Su aparición fue continuada por la de Miss Marple, y Tommy y Tuppence Beresford.

No sólo escribió libros de misterio, sino que ella misma protagonizó un episodio que bien podría haber formado parte de una de sus novelas. En 1926, sumida en una larga depresión previa al divorcio de su primer marido, desapareció misteriosamente luego de que su coche apareciera abandonado cerca de la carretera. Once días más tarde fue hallada con un posible cuadro de amnesia en un hotel bajo el nombre de una amante de su esposo. 

En 1930 se casó con el arqueólogo Max Mallowan, a quien acompañó en todos sus viajes a Irak y Siria, donde pasó largas temporadas. Sus estancias ahí inspiraron varias de sus novelas posteriores como Asesinato en Mesopotamia (1930), Muerte en el Nilo (1936) y Cita con la muerte (1938). Prueba de su sentido del humor es que una vez afirmó que era una suerte estar casada con un arqueólogo: mientras más vieja se hiciera, más interés tendría su marido en ella. 

Muchas de sus obras fueron adaptadas al teatro y al cine con relevante aceptación. Fue designada Comendadora de la Orden del Imperio Británico por la reina Isabel II en 1971. 

Christie es una de las novelistas más vendidas de todos los tiempos, por lo que es reconocida mundialmente, siendo la autora individual más traducida, con ediciones en al menos 103 idiomas. De hecho, en 2013, su obra El asesinato de Roger Ackroyd fue votada como la mejor novela de crimen de todos los tiempos por 600 pares de la Asociación de Escritores de Crimen.

Poirot frente a los pasajeros del Orient Express en la versión cinematografica de la novela de 1974.



Anthony Perkins, el protagonista de la célebre película Psicosis, de Hitchcock, en primer término de esta imagen.









Nuestra recomendación: 
Testigo de cargo   ¡UNA OBRA MAESTRA! 
Si queréis disfrutar de una auténtica "vuelta de tuerca" en la intriga, no os perdáis esta magistral película de Billy Wilder (1958) basada en un breve relato de la autora. Inolvidables los personajes interpretados por Marlene Dietrich y Charles Laugton.

Con la colaboracion de Pedro Garau Martínez (4ºD)